Los aleros de tejas son peque?os accesorios de la arquitectura clásica china que se fijan al final de las vigas como decoración y para proteger los aleros del viento y la lluvia. Cuatro mil a?os después de que fueran empleadas por primera vez en la dinastía Zhou, estas tejas han acabado convirtiéndose en objeto de estudio de investigadores en numerosas materias, como ciencia política de la antigüedad, economía, arte, caligrafía e interpretación de textos, además de ser un apreciado objeto de coleccionismo.
El lugar más importante del país en lo que a aleros se refiere es sin duda el Museo de Cerámica Antigua de Beijing, que posee la primera y más grande colección de aleros antiguos de China, con más de 400 piezas de gran valor y singularidad. En conjunto, estos aleros forman un compendio histórico que refleja vívidamente la política, economía, sociedad y cultura de un importante periodo de la historia de China.
Desde la dinastía Zhou, los aleros fueron desarrollándose con características propias hasta alcanzar su cénit en las dinastías Qin y Han (221AC-220 DC). En estos a?os, hubo una transición de un dise?o de media esfera a uno cilíndrico, de una superficie plana, se pasó a utilizar un sinfín de patrones decorativos, se pasó también de la impresión al bajo relieve, de los motivos que imitaban la realidad a motivos abstractos, de los patrones simples a las inscripciones, hasta que finalmente se convirtieron en una forma de arte que incluía literatura, caligrafía, grabado, decoración y arquitectura. Los temas cubrían una gama que iba desde la naturaleza a la mitología, historia, representaban palacios, mausoleos y edificios públicos, contenían nombres de lugares, frases auspiciosas, representación de tradiciones y apellidos.
Los primeros aleros eran adornos de terracota de forma semiesférica, elaborados mediante la calcinación de cilindros de arcilla que eran después partidos en dos y colocados sobre las vigas, sin ningún dibujo o con motivos muy simples en la parte superior. Más tarde, con la separación del país durante la época de los Estados Combatientes (475 – 221 AC), una gran expansión de la artesanía y de las construcciones civiles llevó a una mayor innovación técnica de los aleros de tejas. Así, surgieron aleros redondos, para la elaboración de los cuales se empleaban mayores temperaturas, desembocando en la creación de aleros de cerámica, más duros, resistentes y fáciles de modelar que los anteriores. Además, se desarrolló una serie de motivos decorativos mucho más compleja, la mayoría representando animales o tótems.